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jueves, 16 de agosto de 2012

Para Reflexionar:


 LAS REGLAS DE LA VIDA

Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad y pastorearás las naciones en la tierra. Sal. 67:4.

Quién no quiere ser próspero? Las personas hacen cualquier cosa on tal de encontrar la prosperidad. El ser humano recorre todos los caminos para encontrarla. En el salmo de hoy nos encontramos con un pueblo próspero y feliz, que se alegra y alaba el nombre de Dios por las bendiciones recibidas.

¿Por qué el Señor le concedió a aquel pueblo lo que todos buscan y no encuentran? La respuesta es: Aquel pueblo aceptó a Dios como Juez y como Guía.

Imagina un partido de fútbol, sin reglas y sin juez. Las personas entran en el campo para disputar una pelota. No hay reglas, tiempo, posición adelantada, falta, ni tiro libre. El juego comenzaría pero nunca acabaría. A medida que el tiempo pasase, los jugadores quedarían cansados, irían saliendo uno a uno, pero ¿quién ganaría el juego? ¿A dónde llegaríamos? ¿Qué sentido tendría todo aquello?

La vida es más seria que un partido y, sin embargo, hay gente que quiere entrar en ella sin reglas y sin juez. Corre de un lado al otro, trabaja, lucha, se esfuerza, despierta de mañana, se acuesta a la noche, y a medida que el tiempo pasa, uno a uno van saliendo del escenario. Puede ser que hayan hecho una “jugada extraordinaria”, pero ¿qué sentido tuvo todo aquello?

El salmo de hoy presenta a un pueblo feliz porque aceptó las reglas de la vida y aceptó también al juez. No hay otro modo de ser feliz.

No es fácil dejarse guiar. El ser humano natural quiere encontrar “su propio” camino, vivir de la manera que cree, sin rendirle cuentas a nadie. Confunde las cosas, llama a eso libertad, se hiere a sí mismo, se frustra, y cuando se da cuenta que tomó el camino equivocado, ya es tarde. La Palabra de Dios contiene las reglas de la vida. Ignorarlas es insensatez. Negarlas es locura.

Medita hoy en tus actitudes con relación a Jesús. Haz de él el centro de tu experiencia, y con Jesús en tu corazón, no temas las circunstancias adversas que la vida puede traerte. “Alégrense y gócense todas las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra”.

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(Filipense 4:13)

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