OBSERVA LAS VIRTUDES DE LOS OTROS
Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud Prov. 5:18.
Todo ser humano es un manantial de donde brota agua limpia. Tú necesitas partir de esta hipótesis si deseas ser feliz en sus relaciones con los demás.
Detrás de todo divorcio se encuentra, con frecuencia, una lista interminable de quejas y lamentos. Casi siempre, la persona que cuenta la historia es la víctima y la otra parte, la culpable. Pero, la experiencia demuestra que no hay un único culpable. Puede ser que uno sea más y el otro menos culpable, pero ambos tienen participación.
El proverbio de hoy habla específicamente de la relación matrimonial, aunque el principio puede aplicarse a cualquier tipo de relación: profesional, social o familiar.
El principio es: Mira a la otra persona como si fuese un manantial. Espera de ella siempre agua pura, aunque alguna vez aparezca un pedregullo o una hoja seca. Cierra los ojos a sus defectos y destaca sus virtudes. Las personas generalmente son lo que las otras personas esperan que sean.
Cuida el manantial. La tragedia de la humanidad de nuestros días es que vive contaminando las fuentes de las aguas. Un manantial descuidado, en poco tiempo dará agua contaminada. Hay personas que dejaron de ser manantiales y se transformaron en pozos de agua amarga, porque alguien tiró basura y desechos encima de sus aguas limpias.
Tú, de alguna manera, eres un líder. Trata de obtener lo mejor de cada ser humano. Todos tienen valores y virtudes inexploradas. Imita al minero, cava hondo, pero con cuidado, porque existe el riesgo de que la mina se desmorone.
Observa las virtudes de la otra persona y enaltécelas. Corrige los defectos con amor. Si tú le pides a Dios que te ayude a actuar de esa forma, verás que la persona más beneficiada serás tú mismo, porque el texto dice que el manantial te traerá alegrías.
Haz de este día un día de búsqueda de valores. Mira a las personas, no como son hoy, sino como lo que pueden llegar a ser si tú sabes animarlas, desafiarlas y ayudarlas.
No comiences a desarrollar tus actividades sin pasar antes un tiempo con Dios, y sin pedirle que te ayude a ver a las personas como él te ve a ti. “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud”.
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