DIOS TIENE UN PLAN
No fui rebelde a la visión celestial. Hechos 26:19, RV95
Tratemos de imaginar la escena. Saulo de Tarso se dirige a la ciudad de Damasco para consumar lo que se había convertido en una verdadera obsesión: perseguir y apresar a los seguidores de Cristo.
Cuando parece que Saulo cumplirá su misión sin obstáculo alguno, el Cristo a quien perseguía se le atraviesa en el camino. Una luz de intenso resplandor lo encandila y lo derriba del caballo. Entonces, escucha una potente voz que lo llama por nombre:
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? —¿Quién eres, Señor?
—Yo soy Jesús, el mismo a quien tú persigues. Levántate, porque me he aparecido a ti para designarte como mi servidor y testigo.
¿Qué te parece? Solo a Dios se le puede ocurrir escoger al perseguidor más despiadado de su iglesia, para que sea su «servidor y testigo». En apariencia, una locura. Pero no para Dios. Para el Padre celestial esto fue algo así como un sueño hecho realidad. Fue el inicio de lo que se convertiría en una preciosa amistad entre el perseguidor y el perseguido.
¿Por qué escogió Dios precisamente a un perseguidor de su iglesia como su testigo? Sencillamente, porque Dios vio, no lo que era ese hombre, sino lo que podía llegar a ser. Vio el potencial. Más allá del perseguidor, vio al predicador; más allá de Saulo, el celoso fariseo, vio a Pablo, el apóstol.
En otras palabras, Dios tenía un plan para Pablo, un sueño. Por eso, ese mediodía, Cristo se atravesó en su camino, y le dijo algo así como: «Oye, Saulo, tengo un plan especial para ti. Si estás de acuerdo, a partir de ahora trabajaremos juntos. Tú le dirás a la gente lo mucho que los amo, y yo estaré contigo adondequiera que vayas». Y dice la Biblia que Saulo no fue rebelde a la visión celestial (Hech. 26:19, RV95).
Dios también ve el potencial que hay en ti. Vino solo lo que eres, sino especialmente lo que puedes llegar a ser, si permites que el sueño que tiene para tu vida se cumpla a plenitud.
¿Qué le dirás a Dios? Mi deseo es que, al igual que Saulo, no seas rebelde al plan que Dios tiene para tu vida. Es más, si tú lo permites, hoy mismo puede comenzar entre Dios y tú una larga y preciosa amistad.
Padre celestial, acepto tu plan para mi vida, comenzando hoy mismo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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