"Un amigo es un tesoro maravilloso”, es la frase que se escucha siempre y, sin embargo ¿cuántas personas en verdad cuentan con una buena amistad? En consideración a la importancia que tiene para el ser humano desde su infancia contar con una persona, posiblemente de su misma edad con quien se siente a gusto, en quien confíe y con quien compartirá a lo largo de la vida sus dichas y sinsabores, los padres debemos preocuparnos de afianzar en nuestros hijos el sentimiento de la amistad.
Por regla general, hasta los 5 o 6 años los niños establecen sus vínculos más importantes con sus padres, pero a partir de los 7 u 8 años comienzan a encontrar amiguitos y a formar grupos. Una vez que llegan a la preadolescencia (10-11 años) entonces uno de sus amigos se convierte en el “especial”, a éste o ésta llamarán “mi mejor amigo/a” y se tornará en su confidente y en su compañía inseparable. Es justamente en esta edad en la que los niños son capaces de expresar la más sincera de las amistades, un afecto personal sano y desinteresado, por lo general recíproco, que se va fortaleciendo con el paso de los años...Continúa...
Según los especialistas, durante la preadolescencia se despierta el interés por sociabilizar y se incrementa la afinidad con los pares. Niños y niñas se muestran interesados en tener ese/a “mejor amigo/a” con quien establecen una relación cercana, profunda, de gran calidad. El o la escogido/a suele ser aquel o aquella con quien sienten mayor afinidad, en quien encuentran más empatía y eso, es algo que solo el niño o la niña puede determinar. Suele suceder que los padres, intentando encontrar para sus hijos los amigos que ellos consideran “idóneos”, a veces hijos de sus propios amigos y los resultados son desastrosos. Por eso, es mejor dejar que sean los propios niños quienes decidan con quién llevarse. ¿Pero qué hacer si el o la escogido/a no es el niño o niña que papá y mamá consideran adecuado/a para ser amigo/a de su hijo/a? No es complicado, siempre deberán existir en los hogares ciertas limitaciones y estipulaciones impuestas por los padres cuando de amigos se trata.
Las reglas
Lo más importante es mantener una buena comunicación con los hijos y fomentar una sana amistad, pero supervisando siempre lo que los niños hacen o dejan de hacer. No es necesario convertirse en su sombra, basta con establecer ciertos límites en cuanto a horarios de llegada, permisos para diversas actividades de tipo social y recreativo y, lo más importante de todo, conocer siempre quiénes son los amigos de los hijos.
Con relación a las críticas que se hagan, los padres deben ser muy cuidadosos pues los amigos forman parte de la propia identidad de los hijos, afirman la personalidad y dan el sentido de pertenencia a un todo.
En el caso de que un amigo o amiga parezca no ser tan bueno/a, deben indagar sutilmente y hacer que el hijo o la hija se cuestione por qué prefiere esa amistad. Es momento de hacerle ver la realidad a través de su propia percepción, que sea él o ella quien descubra lo que está bien o mal. Decirle, por ejemplo, “no es la primera vez que me cuentas que tu amigo te mintió” o “¿crees que está bien que tu amiga no te deje juntarte con otras niñas? Creo que eso es egoísta”. Lo más importante es que tome conciencia de que los consejos de mamá y papá no son imposiciones sino una sugerencia, si los padres prohíben una amistad a sus hijos, es casi seguro que se producirá el efecto contrario y que se empecinarán en llevarse con tal o cual amigo o amiga y hasta lo hagan a escondidas.
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