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domingo, 10 de junio de 2012

Matutina Para La Mujer.


CON LOS BRAZOS VACÍOS


Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. El que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. (Gálatas 6:2-3).

Desde la más tierna infancia, a los niños les gusta armarse de lápices de colores, confeccionar tarjetas, dejar sus huellas en letras torpes, preparar con sus propias manitas sorpresas que muestren al corazón de sus mamás el amor sincero que los impulsa.  Pero quizá no sea así en todos los hogares, ya que en algunos no hay niños que hagan dibujos divertidos ni que prodiguen a sus madres besos y caricias. Si tú estás en esa situación, debes saber que no estás sola, tu Dios está cerca y en él puedes llenar el vacío de tu corazón.
Recordemos la experiencia de Ana, quien no podía tener hijos. Aunque disfrutaba del gran cariño de su esposo no encontraba consuelo ni razón para su existencia y «con amargura de alma» (1 Sam. 1:10) oraba y lloraba desconsoladamente. Tanto era el dolor que sentía por no poder tener un hijo que acudió ante el Señor. La angustia de Ana se puede percibir en las palabras de su esposo Elcana: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón?» (1 Sam. 1:8). Había llegado hasta un punto en que no era capaz de disimular su frustración.
Elena G. de White afirma: «Para Ana, toda esperanza parecía estar destruida, y la vida le parecía una carga pesada; no obstante, soportaba la prueba con mansedumbre y sin queja alguna» (Patriarcas y Profetas, cap. 55, p. 553)  Esa mansedumbre con la que soportaba la prueba era el resultado de una oración de fe.
Para muchas mujeres esa sigue siendo una penosa realidad. Les queda a ellas la misma esperanza que animó a la madre de Samuel, a quien Dios escuchó y bendijo.
Podemos y debemos mostrar simpatía, ternura, amor y cariño, a quienes no han tenido, o no tienen aún el privilegio de ser madres. Con nuestro calor, nuestra cercanía, nuestra amistad y nuestras oraciones, acerquémonos a ellas para llenar el vacío de sus corazones o suplir las carencias que puedan sentir en sus vidas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial

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(Filipense 4:13)

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